2° Festival SmartFilms: Más cine inteligente, hecho sólo con celulares

El cine realizado sólo con celulares abrió otro capítulo en esta crónica de la expansión ilimitada de la creatividad que facilitan los dispositivos móviles

Por Alejandra Luzardo, Cofundadora de Demand Solutions, Líder y Estratega de Innovación, Economías Creativas y Emprendimiento del BID (Twitter: @Alejandral)

El mundo atestiguó cómo los celulares permitieron salvar vidas en Haití, tras el devastador terremoto de 2010. Aquellos teléfonos básicos han ido evolucionando hasta convertirse en las tremendas microcomputadoras multifunción que todos conocemos. Hoy tu smartphone puede transformarse en termómetro, barómetro, podómetro y hasta en sismógrafo. Puedes conocer el nombre de las estrellas con sólo apuntarlas con tu celular y, adosándole pequeños gadgets, convertirlo en telescopio, microscopio, terminal lectora de tarjetas magnéticas y mucho más.

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En las últimas tres décadas, ciertamente ninguna otra tecnología nos ha impactado tanto como la telefonía celular. La escalada desde cero hasta 7 mil millones de celulares en el mundo refleja la magnitud del fenómeno… En América Latina los países con mayor índice de teléfonos móviles per cápita son Panamá, Argentina y Uruguay. Por otro lado, la GSMA estima que para 2017 en la región habrá un 40% de smartphones, duplicándose así el porcentaje registrado en 2014.

A quienes estamos comprometidos con la promoción y el fortalecimiento de la Economía Naranja en la región nos interesan muy especialmente las utilidades artísticas y creativas que pueden brindar los smartphones. En 2010 los integrantes de la banda neoyorkina Atomic Bomb interpretaron su hit “Take me out” en un vagón del Metro munidos únicamente de sus iPhones, con el pretexto de que les habían robado sus instrumentos. El videoclip resultante, espontáneo y poco pretencioso, también fue registrado por un smartphone, y hoy, 6 años después, no podemos dejar de considerarlo fundacional…

El cine realizado sólo con celulares abrió otro capítulo en esta crónica de la expansión ilimitada de la creatividad que facilitan los dispositivos móviles. La primera película filmada íntegramente con un smartphone fue “Olive”, en 2011, dirigida por Hooman Khalili. En 2014 se realizó la primera película chilena grabada 100% con celulares, por sus propias protagonistas,“(09)”, que hasta llegó a ser exhibida en las salas de cine. Y en 2015 “Tangerine”, un largometraje producido con un iPhone 5S, fascinó a todos en el Sundance Film Festival.

Estos ejemplos demuestran que hoy en día cualquier persona tiene al alcance de su mano herramientas que le permiten crear contenidos artísticos de buena calidad y a bajo costo. Recuerdo que tras el estreno de “Olive”, los titulares de los periódicos se hicieron eco de este nuevo fenómeno: “En el futuro, ya no serán los grandes estudios los que manejen los hilos de la industria cinematográfica”.

Entre los certámenes de este género se destacan el Mobile Film Festival, de Francia, acaso el más antiguo en su tipo, que hace 11 años que viene promoviendo esta competencia –juntamente con Naciones Unidas–, el iPhone Film Festival (desde 2010), el Cinephone Festival (desde 2012), The Original iPhone Festival (desde 2014) y el flamante International Mobile Film Festival, desde 2015, impulsado desde Kickstarter.

En América Latina la competencia de películas realizadas con celulares más prestigiosa es SmartFilms, que lanzó su primera edición el año pasado, en Bogotá, bajo la consigna “El cine al alcance de tus manos”. En esa oportunidad compitieron 704 películas, enviadas por 3500 participantes de 17 países. Te recomendamos que veas el Resumen SmartFilms 2015 y los cortometrajes ganadores respectivos.

Este año, nuevamente en Bogotá, y con el apoyo del BID como socio institucional, los concursantes finalistas, de entre todos los que han enviado sus propuestas hasta el pasado 15 de junio, podrán exhibir y difundir sus proyectos del 22 al 25 de agosto. Durante esos cuatro días se congregará, en una gran feria, el mundo del cine, la televisión, la publicidad, la tecnología, el marketing digital y la docencia, con el fin de promover la gestión de nuevos lenguajes cinematográficos.

Las categorías 2016 son: Infantil (niños de 6 a 12 años, junto con sus familias); Juvenil (adolescentes de 13 a 17 años); Aficionado (mayores de 18 años, no profesionales); SmarTIC Incluyente (personas que padecen alguna discapacidad cognitiva o física, o que pertenecen a alguna minoría); Profesional (mayores de 18 años que ya cuentan con experiencia como realizadores). Yo tendré el honor de formar parte del jurado de esta última categoría, junto con Gastón Pauls, Salvo Basile, Laura Mora, Flora Martínez y Juan Carlos Arciniegas, entre otras personalidades.

Se repartirán en total unos 40.000 dólares en premios, tanto en efectivo como en especie. El realizador del cortometraje latinoamericano que obtenga la mayor calificación del jurado en la categoría Profesional podrá asistir al evento insignia de Innovación del BID, Idear Soluciones para Mejorar Vidas, donde exhibiremos su creación (este encuentro se llevará a cabo el 4 de octubre en Washington DC, y el tema convocante serán las industrias creativas). Si el ganador no llegase a ser latinoamericano, será el BID, como parte del jurado, quien elegirá a este ganador, de entre los que hayan obtenido el mayor puntaje en su votación.

Uno de los propósitos de este festival es poner el cine al alcance de todos, democratizándolo gracias a las TICs y potenciándolo con la creatividad, recursividad e innovación de las presentes y futuras generaciones de productores de contenidos. Según sus organizadores, SmartFilms es un proyecto sociopolítico incluyente, que permite vivenciar la experiencia del cine y la tecnología a través de las rutas académicas, culturales, artísticas y comerciales de la región.

A lo largo de nuestra experiencia trabajando desde el BID con la juventud, hemos podido constatar que cuando las nuevas generaciones tienen la oportunidad de involucrarse de manera significativa con su propio crecimiento, no sólo participan y aportan toda su energía y creatividad, sino que incluso contribuyen a satisfacer las necesidades de sus comunidades, convirtiéndose así en verdaderos agentes de desarrollo. Allí estaremos, una vez más, apoyando esta iniciativa.

 

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