Un hombre cualquiera emprende una lucha incesante por su libertad; el Ícaro moderno se sabe vulnerado, agredido y confrontado en un viaje iniciático, en un tiempo y un espacio imprecisos. Las cadenas que lo sujetan, como los grilletes del elefante (del cuento de Jorge Bucay), no son más que producto de su invención. No existen tales cadenas.
El viaje que este hombre está por emprender implica la derrota de sus fantasmas, la ruptura de las condenas, el ascenso al infierno, el asesinato del victimario miedo para, finalmente,… alzar el vuelo.
Volar es un unipersonal integrado por tres ejes temáticos: el elefante encadenado, cuento de Jorge Bucay; el mito de Ícaro; y el flagelo del secuestro. Lo anterior enriquecido por la poesía de Jaime Sabines como engranaje de los ejes. Esta puesta en escena explora el trabajo escénico desde su perspectiva orgánica con base en el movimiento y la construcción de un discurso escénico cimentado en acciones psicofísicas.
El espectáculo se desarrolla en un espacio minimalista y se apoya en elementos de multimedia, música original y juego con máscaras. Estas últimas revelan que el objetivo escénico busca trascender la anécdota para representar a todos y quizás a nadie.
El montaje aborda los arquetipos y los impulsos básicos del hombre hacia el fin primordial de fluir en medio de la realidad irrefutable.
El objetivo es, a través de un discurso plástico y contundente, conmover y propiciar una reflexión sobre el crimen del secuestro físico, el secuestro mental y el emocional de los que cada quien puede ser víctima.