Durante la Semana de la Alta Costura en París, donde sobresalen desfiles de Chanel, Giorgio Armani Privé y J. Mendel, entre otros, Deborah Valdez Hung ha prescindido de su habital front row para recibirnos en la Suite Impériale del Shangri-La París, el hotel más codiciado de la capital.
La modelo y empresaria mexicana comparte una frenética agenda empresarial con su esposo, el magnate asiático Stephen Hung, —presidente, entre otras, de las compañías holding de inversiones Falloncroft y presidente adjunto de Louis XIII Holdings— que ha amasado una fortuna a partir de los bienes raíces y la hotelería de lujo en Macao.
“Hemos estado viajando como no tienes idea. Hay ocasiones en que en un solo día estamos en cuatro ciudades. A veces visitamos hasta cuatro continentes en una semana. Viajamos por su trabajo, por mi trabajo”, explica. “Estuve con el CEO de Cavalli y me preguntó si podíamos hacer algo juntos. Tengo muy buena relación con Domenico (Dolce), con Donatella (Versace), Eva Cavalli, prácticamente los dueños de las marcas porque estamos haciendo un proyecto con diseñadores”, agregó.
Hoy, la sonorense copa los círculos más exclusivos de la jet set; estelariza instantáneas en galas como el Festival de Cannes, fiestas en grandes palacios y sesiones fotográficas junto a su esposo. Apodada “La Generala”, Deborah creció en Hermosillo, Sonora, donde se crió al lado de su padre, un funcionario público y sus hermanos, de quienes evita hablar. “No me gusta platicar mucho de mi familia porque mi papá trabajó mucho tiempo en el gobierno y sabes que las cosas no están muy bonitas en nuestro país, muy seguras”, dice a manera de disculpa.
De su infancia cuenta que estuvo fuertemente influida por su padre, ausente debido a su trabajo, y que rápidamente tuvo que adoptar responsabilidades en el hogar que le obligaron a crecer a mayor velocidad. Al hablar del núcleo familiar, no menciona a su madre. Las respuestas que Deborah da sobre la presencia maternal son escuetas. “Tampoco hablamos mucho de eso. Hubo un accidente, la figura materna existió solo 12 años de mi vida. La mamá es el pilar de la casa entonces al no haber creces más rápido”.
A los 16 años acudió en secrecía absoluta a una audición multitudinaria. “No le dije a nadie, ni familia ni amigos, por temor de no quedar. Tiempo después me llaman, dijeron que tenía la oportunidad, seleccionaron a doce niñas de toda la República, nos dieron contrato y empecé a modelar”, comentó Valdez Hung. Comenzó a desplazarse en algunas pasarelas como Fashion Week y pronto estelarizó sesiones comerciales en Nueva York y España. “Me hicieron otro casting y me dijeron que me querían de una agencia en Asia. Fue ahí cuando todo se desbordó”, agregó Deborah.
Recorrió China, Tailandia, Taiwán y Filipinas como modelo. Se asentó en su propio departamento, inició “su negocito”: la agencia de modelos Dreamodels, que a la fecha ha empleado unos 500 modelos, incluyendo varios de países latinoamericanos. “La gente piensa que llegué a Hong Kong, conocí a Stephen y me sacó de Cenicienta pero no fue así. Fue tiempo después, cuando ya tenía mi cuentecita de banco, mis campañas, ya tenía mi vida aquí y ya era exitosa”, platicó la empresaria.
“Siento que estoy en una fairy tale, pero mi historia no es como Cenicienta o Blanca Nieves. Las mujeres latinoamericanas somos muy luchonas y si por algo me pueden dar el crédito es por eso: las oportunidades no se me vinieron por sí solas. No estaba cruzada de brazos. Siempre busqué la oportunidad”, agregó.
De manera paralela se gestó el encuentro con Stephen Hung, un magnate que ya acaparaba las secciones financieras de los diarios por sus diversos proyectos en el sector hostelero y era reconocido por su excéntrico estilo: trajes con bordados barrocos, mechones rojos y zapatos de Louboutin personalizados con diamantes. Coincidieron por vez primera en un evento en el que Deborah tomó una foto en la que solo aparecen los zapatos del empresario, ya que alguien se atravesó. “¡¿Quién no conoce esos zapatos!?”. Ambos se seguían cruzando en algunas galas y cenas. Lo atribuye al destino “porque en un lugar con siete millones de personas nunca te topas a nadie y yo me lo topaba mucho”. Tiempo después, el empresario viajó a México para pedir su mano.
Para ella no es necesario enlistar sus logros previos. Pero se vuelca cuando describe el proyecto que les ha mantenido a ella y a su marido agitados en el último año. THE 13, el suntuoso hotel con el que los Hung pretenden convertir a Hong Kong en la nueva frontera del lujo. “Es una idea que hemos trabajado los dos, lo he estado apoyando mucho. Tiene muchísimo mi sello, comentó.
El complejo está previsto a abrir en 2017, pero ya ha impuesto una marca gracias a la orden personalizada más grande de Rolls-Royce (la automotriz lanzó un comunicado al respecto): una flotilla de 30 unidades Phantom que Stephen Hung diseñó en conjunto con la firma, que creó un tono de rojo nombrado “Stephen Red Color”, el cual solo puede ser usado por el magnate.
Cuando Miss Hung decide finalizar la charla, le hicimos una última pregunta: ¿Es ella un nuevo mito femenino o fetiche del Instagram? “Soy una mujer normal que se come sus tacos y al día siguiente caviar”, respondió. Descubre el resto de la historia en la edición impresa de octubre.
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