Me encuentro con Waris Alhuwala en un hotel de la colonia Condesa, en la Ciudad de México. Al momento de nuestra reunión, el actor y diseñador de joyería lleva 24 horas varado en el país, después de que ayer, 8 de febrero, empleados de Aeroméxico le denegaran el acceso al vuelo 408 con destino a Nueva York, debido a que se rehusó a quitarse el turbante (símbolo de su religión, el sijismo) para una revisión que la aerolínea calificó como «requisitos federales en materia de seguridad determinados por la Autoridad de Transporte Aéreo de Estados Unidos (TSA)”.
Desde el incidente, el teléfono de Waris no ha parado de sonar. «Casi no he dormido. Ayer por la noche estuve haciendo llamadas y conferencias por Skype», me dice al tiempo que esboza una sonrisa. A la par, responde a una solicitud de entrevista por parte deChristiane Amanpour, Jefe Corresponsal Internacional de CNN International. Esta es la historia que todos quieren en este momento, y él ha decidido contarla primero –y a detalle– para Vanity Fair.
Es muy temprano, pero Waris luce impecable –como siempre– vestido en denim y unas botas de gamuza. Su turbante, el mismo que le ha ocasionado revisiones de más en los aeropuertos, está perfectamente acomodado sobre su cabeza. Esta no es la primera vez que Waris visita México –ni tampoco que se enfrenta al escrutinio de las autoridades aeroportuarias en nuestro país– pero sí es la primera vez en la que decide tomar acción pública al respecto. “Han sido incidentes individuales, pero lo que tenemos es un problema a mayor escala, un problema de caracterización racial. Y no es solo Aeroméxico, una organización o Estados Unidos, es a nivel global”.
Aunque en un primer comunicado sobre el caso de Ahluwalia, Aeroméxico externó que su personal se apegó al protocolo de la Autoridad de Transporte Aéreo de Estados Unidos (TSA), Waris señala que jamás le ofrecieron la opción de acceder a un cuarto privado para la revisión, tal y como lo señala la regulación para los pasajeros sijes. “Me dijeron ‘No vas a volar en Aeroméxico. Deberías conseguir un vuelo en otra aerolínea’. No fue una conversación. Pero no estoy molesto con Aeroméxico, solo fue falta de educación. Creo que lo que nos hace especiales como seres humanos es nuestra habilidad para aprender de nuestros errores”.
Una vez que la noticia incendió las redes sociales y obtuvo alcance mediático, la aerolínea le ofreció una alternativa. “Me ofrecieron abordar el siguiente vuelo y mencionaron que no tendría que quitarme el turbante. En dos horas las políticas de seguridad del aeropuerto cambiaron”. Sin embargo, Waris decidió que no se iría del país sin antes asegurarse de que otras personas no pasen por la misma situación que él. “Me di cuenta de que abordar ese avión significaría que cualquier otra persona podría pasar por lo mismo, así que no pude hacerlo, por mucho que quisiera regresar a Nueva York”.
La importancia del turbante en el sijismo radica en el profundo simbolismo que le dan sus portadores. “Es como pedirme que me quite la ropa, es un elemento de identidad de mi religión. El turbante en sí mismo no me hace más religioso que tú, pero es lo que representa. Me recuerda, sobre todo en ese preciso momento en el que estoy en el aeropuerto y están a punto de cambiarme a otro vuelo, mi responsabilidad con la humanidad. Porque al final del día la gente tiene razón, solo es tela, pero es lo que simboliza”.
A medida que nuestra conversación evoluciona, no puedo evitar recordarle a Waris que él ya había vivido una situación similar a la de Aeroméxico, aunque solamente en la ficción. En la cinta de Spike LeeInside Man, el actor interpreta a un personaje que se queja tras haber sido despojado de su turbante y, de hecho, es el único momento en el que se ha dejado ver sin él públicamente. Al escuchar mi comentario suelta una carcajada eufórica. “¡Es la vida imitando el arte! Y tengo que decírtelo, entre toda la locura, ni siquiera pensé en eso hasta que alguien lo comentó en Instagram. Cuando lo vi comencé a reírme y pensé ‘wow, esto es exactamente como ‘Inside Man’. ¡Era una escena sobre seguridad en un aeropuerto!”, me dice al tiempo que levanta las manos al aire con una risa de incredulidad.
Aún sorprendido con el alcance que su experiencia ha causado, Waris comenta que lo que le gustaría recibir por parte de la aerolínea es muy sencillo: una disculpa pública –la cual, por cierto, fue emitida por Aeroméxico este martes– y capacitación para sus empleados. “Esto no es una cacería de brujas en contra de los agentes. Lo único que pido de Aeroméxico es una oportunidad de educar a sus empleados y enseñarles sobre una cultura y religión que posiblemente no conocen. Porque esto no se trata de mí, ni siquiera de los sijes. Se trata de cualquier persona que profese una religión y que pueda tener un conflicto con alguna regulación aeroportuaria”, menciona.
Aunque todo este tema de razas, culturas y religiones es para Waris parte de un problema mucho mayor. “Aún hoy, décadas después del movimiento de los derechos civiles en Estados Unidos, tienes una campaña viral llamada ‘Black Lives Matter’, ¡por supuesto que las vidas de los negros importan! Las vidas humanas importan, sin diferencia. Ninguna raza debería tener que decir que sus vidas importan. Es absurdo”, menciona, antes de confesarme que la discriminación racial es una batalla con la que él, en su carrera como actor, lucha todos los días. “He trabajado con algunos de los directores más importantes de nuestra época y todavía no tengo un agente en Hollywood, porque no saben qué hacer conmigo, literalmente es lo que me dicen. ¡Soy estadounidense, hago las mismas cosas que cualquier otro americano blanco puede hacer! El tema de la diversidad en Hollywood no es solo sobre blancos y negros. Claro, tener representación negra es un gran paso, pero no es el final. Hay muchas otras razas”.
La conversación del tema racial se extiende y hablamos sobre la polémica del #OscarSoWhite, el muro de Donald Trump –o como él prefiere llamarlo “el candidato a la presidencia cuyo nombre me rehúso a pronunciar”– y, sobre todo, de la importancia de utilizar el amor como solución al miedo.
Con cada minuto que pasa, su celular lanza alertas en forma de mensajes, llamadas y mails, indicando que es momento de despedirnos, así que cierro la conversación, pero no sin antes preguntarle si todo este incidente ha cambiado su percepción sobre México. “¡Para nada! Es un lugar hermoso con una cultura increíble y una gran historia”, tanto, que me confiesa que ya tiene planes para regresar. Solo espera que la próxima vez que esto suceda, la conversación pueda ser una muy distinta.