La Encuesta Nacional de los Hogares 2015 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), dio a conocer los porcentajes de mexicanos que usan anteojos o lentes de contacto. El 7.4 % de la población son niños de entre 3 y 14 años, el 17 % son jóvenes que tienen de 15 a 29 años, el 42.7 % son personas que tienen de 30 a 49 años, mientras que el 57.5 % está ocupado por personas entre 50 y 64 años y finalmente el 54.2% lo ocupan adultos mayores con más de 65 años.
Aunque estos datos nos dan una idea general de nuestra circunstancia, la realidad es que uno de los principales obstáculos de la salud visual en México y el resto del mundo es la falta de información, tanto de estadísticas como de concientización.
No obstante, existe un aliado clave para el fomento de la salud visual en México: La Fundación Ver Bien para Aprender Mejor, cuyo principal objetivo es brindar atención optométrica y donar lentes a niños de escuelas primarias públicas en el país.
Ver Bien para Aprender Mejor fomenta la salud visual en México a través de programas dirigidos especialmente a los estudiantes de las escuelas primarias públicas en el país. Para ello, trabaja codo a codo con los gobiernos estatales de la República Mexicana, la Secretaría de Educación Pública (SEP), otras organizaciones de la sociedad civil (OSC) y empresas.
Uno de dichos aliados es Fundación Gigante, la cual, alineada a su misión de responsabilidad social (RSE), asiste desde hace más de una década a Ver Bien para Aprender Mejor, otorgando donativos anuales y otros apoyos que provienen de cada una de las compañías que conforman Grupo Gigante.
Tan solo en 2016, juntos beneficiaron a 3,569 personas en México, Centroamérica y Colombia. “Se han sensibilizado con el tema, que es una causa de muy alto impacto”, comentó Machado, Director General de Fundación Ver Bien Para Aprender Mejor.
El método de trabajo de la Fundación es sencillo. El primer contacto con los niños lo tienen mediante la intervención de los maestros, quienes identifican a los alumnos que muestran signos de tener deficiencia visual y les realizan exámenes “exprés” con ayuda de una tabla optométrica. Alrededor de 4 millones de pequeños pasan por esta primera prueba.
Luego de que los profesores hacen este diagnóstico temprano, los optometristas de la Fundación acuden a la escuela (cuando corresponde el año de visita) y hacen un chequeo completo. Si dictaminan que el menor tiene problemas de visión, se hace el encargo de los lentes, cuyo diseño es exclusivo de Ver Bien para Aprender Mejor.
“Somos la primera y única organización a la fecha que diseñó su propia línea de armazones”, afirmó Machado. “Estos anteojos han demostrado ser perfectos para los niños, pues, además de ser coloridos y atractivos para ellos, son cómodos y muy flexibles, previniendo así que se desgasten o rompan fácilmente” finalizó.