Todos fuimos adolescentes alguna vez, si miramos hacia atrás veremos que esos años fueron buenos pero con muchos altibajos. Los adolescentes de hoy tienen los mismos problemas, pero además se enfrentan a situaciones difíciles que son propias de sus tiempos.
No es fácil lograr que los adolescentes confíen sus problemas, dudas y deseos a sus padres, ellos están descubriendo quiénes son y cuál es su lugar en el mundo y se sienten más cómodos hablando con quienes tienen sus mismas inquietudes.
Los amigos juegan un papel importante en los años de la adolescencia y una sólida relación es primordial. Sin embargo, los adolescentes sienten la necesidad de relacionarse y confiar en sus padres, pero es probable que esto no ocurra si no se les alienta a acercarse. Un factor clave para ello es demostrarles que se les comprende y que pueden hablar abiertamente sin que se les critique ni regañe.
No existe una receta mágica para la buena comunicación entre padres e hijos, pero hay formas para poder conversar con ellos y ayudarlos en el difícil tránsito de adolescente a adulto.
EL MOMENTO ADECUADO: entablar un diálogo con los hijos sobre un determinado tema, no se debe hacer cuando los padres quieren sino cuando ellos lo necesitan. Uno no puede sentarlos y decir: “hoy vamos a hablar lo perjudicial que es fumar”, esa es la forma más directa de acabar con una conversación sin siquiera comenzarla.
APRENDER A ESCUCHAR: No confundir escuchar con oír. La mayoría de los padres hablan, aconsejan, prohíben, juzgan pero rara vez escuchan. Escuchar significa dejarlo todo para prestar atención mientras el hijo habla, no se le debe interrumpir, mucho menos contradecirlo o juzgarlo. Escuchar puede ser el mejor método para descubrir un problema que requiere atención inmediata.
TEMAS DELICADOS: evadir determinados temas no va a eliminar su existencia. Si se evita hablar de sexo seguro, aborto, drogadicción, etc. lo más probable es que los hijos busquen la respuesta a sus preguntas entre sus amigos y que la información que reciban sea errónea.
HABLAR CON HONESTIDAD: Este valor fortalece el sentido de confianza. Si no se responde con honestidad a las preguntas de los hijos, ellos sacaran sus propias conclusiones. Tal vez en algunas ocasiones no es recomendable proporcionarles todos los detalles sobre alguna situación en particular, pero por lo general hay que ofrecerles la mayor información posible.
DAR EL PRIMER PASO: No esperar a que el hijo sea el que pregunte, esto no siempre sucede. A menudo es necesario que los padres inicien las conversaciones. Por ejemplo si están viendo un programa donde una persona se droga, una vez que termine el programa preguntar al hijo que opina y si está de acuerdo con el comportamiento de esa persona.
NO PERDER EL CONTROL: Si se reacciona con molestia es probable que lo que sigue son gritos y acusaciones que acaban con la conversación. Hay que mantener fuera de la plática la ansiedad y emociones, en lugar de reaccionar con coraje, es mejor preguntar: “¿Qué piensas sobre lo que hiciste? Vamos a hablar sobre esto».
La guía y el consejo que reciben los adolescentes durante estos maravillosos pero difíciles años, pueden influir sus elecciones futuras, por lo tanto el presente es crucial. Mientras algunas de las decisiones a las que se enfrentan podrían parecer insignificantes, otras pueden afectar el resto de sus vidas. Sea cual sea la importancia de sus dudas, ellos necesitan saber que pueden acudir a sus padres para lo que sea.