Bajo la premisa “Alimentar al planeta, energía para la vida”, lema de Expo Milán 2015, se planteó la idea de poder sintetizar la riqueza natural y cultural de nuestro país en un diseño que hiciera referencia a nuestra identidad como pueblo.
De esta manera, el Pabellón México está inspirado en una de las mayores aportaciones de México al mundo y pilar de nuestra alimentación: el maíz. Su diseño emula al totomoxtle, hoja de mazorca en Náhuatl y su estructura en seis niveles conectados entre sí por un sistema de rampas helicoidales, está inspirada en el ingenioso sistema hidráulico-agrícola y las antiguas terrazas de cultivo del imperio del “rey poeta” Nezahualcóyotl.
El tema del Pabellón es “La semilla de un nuevo mundo: comida, diversidad, patrimonio” y concretiza un homenaje al maíz y su relación con el ciclo de la vida, la sustentabilidad ambiental y la cadena alimenticia. Es una historia con raíces en la mitología maya, según la cual el hombre fue creado del maíz.
Las paredes en forma de totomoxtle, realizadas en una piel de fibras naturales transparentes, filtran la luz natural de día, iluminando los espacios; mientras que por la noche, la luz artificial hace brillar el Pabellón con una cálida luz propia, que le ha merecido el título de “Luminaria de Expo”.
El Pabellón México fue proyectado por el arquitecto mexicano Francisco López Guerra, ganador del concurso para la asignación del diseño. De acuerdo a López Guerra, “la arquitectura es parte de la cultura; de ello se desprende el concepto detrás del Pabellón México: las hojas de la mazorca, símbolo del maíz que tiene su origen en este país y que en la cultura precolombina representa el origen del hombre”.
López Guerra utiliza materiales naturales como la piedra y colores neutros como el gris y el beige, ya que, combinados con cualquier otro tono “producen una sensación de tranquilidad”.
El Pabellón México tiene un área de 1,910 metros cuadrados. Su interior emula a la naturaleza de la Cuenca de México y el método agrícola a través de un sistema de rampas, plataformas y niveles, dando lugar a las distintas áreas museográficas.
El pabellón cuenta con una plaza de acceso, patio central y área de restaurantes, espacios ideales para la convivencia, eventos, espectáculos o conciertos donde se vive la energía de México, funcionando como escenarios abiertos a todas las posibilidades de expresión artística y culinaria.
Diversidad y patrimonio, un hilo conductor en la cultura de la alimentación.
Los contenidos del Pabellón muestran a los visitantes una estimulante síntesis de la amplia producción cultural del país, en un diálogo constante con temas de alimentación, sustentabilidad y energía vital.
Bajo estas premisas, el hilo conductor del Pabellón se define por dos ejes: diversidad (ecológica, gastronómica, estética) y legado (el conocimiento y las prácticas tradicionales) con el objetivo de destacar la continuidad entre las prácticas milenarias y las contemporáneas en la cultura de la alimentación.
Cada semilla de maíz es portadora de un patrimonio y al mismo tiempo generadora de un futuro: en el Pabellón México, el concepto de la semilla nos guía en el descubrimiento de diversos temas a lo largo de seis niveles, cada uno corresponde a la distancia del suelo en metro.
Las raíces culturales de México son inseparables de su riqueza natural; el árbol de magnolia, que el visitador encuentra a la entrada del pabellón, es un testimonio de dicho vínculo. Del árbol nace un canal de agua que con el jardín a su lado, evoca las chinampas, islas artificiales creadas por los toltecas sobre los lagos y que dieron un fuerte impulso al desarrollo agrícola. El agua que alimenta el árbol, generador de vida.
Tierra, alimento y vida: un viaje por los seis niveles del Pabellón
Al atravesar la rampa de ingreso, en el corazón del Pabellón nace Lluvia, una cascada alimentada por un flujo circular de agua realizada por la artista visual María José de la Macorra. El flujo del agua provoca el movimiento de collares que representan granos de maíz, mientras el sonido remite a la caída de la lluvia como fuente de la vida sobre la tierra. Este corresponde al nivel cero.
El Nivel 3 está dedicado a una narración por imágenes de la rica biodiversidad de México, mediante un juego virtual de pantallas y colores, el cual sirve de contrapunto a la obra Especies endémicas de México, de Alejandro Pintado que con una técnica particular de montaje tridimensional a muro, logra inmortalizar algunas especies endémicas de plantas.
En el Nivel 5 se encuentra en exhibición un diálogo entre una obra característica de la cultura precolombina (la escultura de Macuilxochitl, el “Señor Cinco Flor”) y tres esculturas contemporáneas en obsidiana. Sobre las paredes de esta sala se alternan dos videos: uno narra el origen y cultivo del maíz como fuente de vida y de energía espiritual; mientras el otro es un collage de imágenes sobre el tema de la identidad alimenticia mexicana mediante escenas de películas clásicas.
El recorrido continúa al Nivel 7, donde se puede apreciar el hilo conductor que une la vida y la tierra pasando por la cultura de la alimentación. En la sala resuena la instalación artesanal elaborada con más de 200 cucharas de madera que cubren el techo y crean un ritmo de percusiones que encuadra musicalmente dos ejemplares espléndidos de Árboles de la Vida, provenientes de Metepec, y la obra pictórica, Árbol Nodriza, una interpretación personal del Chichihuacuauhco, el mito náhuatl del paraíso donde los antiguos pobladores de México pensaban que vivían eternamente los niños.
En este mismo nivel se encuentra el espacio para exposiciones temporales y donde seis de los 32 estados federales mexicanos (el primero será Michoacán) podrán exponer durante un mes lo más relevante de la entidad y la región a la que pertenecen. Al fondo de la sala, en el set gastronómico digital e interactivo, algunos de los chefs mexicanos más prestigiados a nivel internacional guían a los visitantes por la riqueza de los ingredientes y las recetas que han posicionado a la cocina mexicana entre las más famosas del mundo y nombrada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2010.
La penúltima rampa, circundada por cactus y rehiletes típicos en dimensiones extraordinarias, lleva a la terraza que ofrece una de las mejores vistas de los pabellones y del Cardo. Aquí vale la pena demorarse en el espacio de descanso y contemplación, donde se encuentra un jardín de plantas nativas, antes de proseguir al restaurante “Bésame mucho”, al Nivel 11, donde será posible degustar los platillos exquisitos de la auténtica cocina mexicana, interpretados por los mejores chefs del país. El restaurante, con capacidad para 72 comensales, fue diseñado por el interiorista Ricardo Casas.
A lo largo del recorrido, el visitante tiene a su disposición tótems interactivos con información adicional, fotografías, recetas del set gastronómico e inclusive podrá descargar gratuitamente la aplicación del Pabellón para smartphones y tablets.