Por Miguel Alegre, CEO del ISDI México, escuela de negocios digitales.
El fenómeno del COVID-19 y la manera en que miles de países están tratando de combatirlo mediante la recopilación y análisis de datos, posiciona a la monetización de la data o la economía de los datos en un nuevo paradigma, surgiendo con ello importantes cuestiones de propiedad, acceso, entrega y privacidad de los mismos, al mismo tiempo que generar interesantes oportunidades de negocio en un mundo en crisis.
Analicemos, a finales de 2019 en nuestro país se contabilizaron 111 millones de smartphones*, por lo que independientemente de la condición socioeconómica, en México igual que en el resto del mundo, los teléfonos mediante diversas aplicaciones de solicitud de servicios, registro de hábitos de salud, respuesta a sondeos digitales, geolocalización, acceso a redes sociales, etcétera, siguen cada paso que damos, recopilando datos vitales, hábitos de consumo, de compra y de estilo de vida.
Durante la contingencia global, se han desarrollado apps, como las creadas por el gobierno chino para detectar individuos enfermos y por consiguiente identificar zonas de alto contagio, además de monitorear principales síntomas y hábitos para tener una mayor trazabilidad del virus. De esta manera, millones de nuevos datos personales han sido recopilados y analizados, lo que sin duda ha estimulado el desarrollo de la Economía de los Datos.
Ahora bien, ¿Es correcto lucrar con estos datos? ¿Podríamos definir proactivamente para qué se pueden utilizar, como por ejemplo, ceder su uso para investigaciones médicas y contribuir al desarrollo de la cura del coronavirus, la diabetes o el cáncer? e incluso, en su momento ¿recibir algún tipo de beneficio al entregar nuestra información a empresas para que éstas mejoren sus productos y servicios?
Lo anterior plantea dos escenarios: uno en el que las personas pueden proporcionar datos anónimos gratuitamente con fines científicos o de investigación, con el fin de acelerar la cura de ciertas enfermedades o problemas sociales, y otro en el que los datos sean accesibles para las empresas y entregados por los dueños de la información a cambios de una tarifa o remuneración.
De acuerdo con Murat Sönmez, Managing Director del World Economic Forum, los datos más relevantes para ciertos objetivos podrían cifrarse, volverse anónimos y compartirse, y mediante contratos inteligentes de blockchain garantizar que esta información no se puedan usar para otros fines.
Con el volumen de información proporcionada voluntariamente tendríamos el mejor de los escenarios: datos fidedignos, actualizados en tiempo real y disponibles desde todas partes del mundo, para ser analizados por big data e inteligencia artificial lo que podría facilitar la identificación de tendencias que expertos no visualicen oportunamente, para acelerar el planteamiento de recomendaciones más acertadas y el cumplimiento de miles de objetivos, desde científicos, sociales y políticos hasta empresariales y económicos.
Ahora bien, en el caso de uso comercial, las aplicaciones que recolectarán los datos deberán estar reguladas y validadas por una institución, una vez comprobado lo anterior, las empresas pueden anunciar sus necesidades de información, y luego los propietarios elegir a quien entregarlos para que a través de distintos mecanismos reciban el pago correspondiente previamente definido.
El incremento de tráfico de datos durante la contingencia sanitaria, y sus posibles cambios de uso, obliga a individuos y empresas a establecer nuevos parámetros que les permitan aprovechar de mejor manera las oportunidades que la economía digital genera. Lo anterior hace indispensable contar con nuevas habilidades acordes con las necesidades que se están presentando y las cuales resultarán clave en la supervivencia de los negocios, así como en la salida de una crisis cada día más profunda.
El contexto actual ha disparado cambios de hábitos de consumo de forma acelerada, y es crucial identificarlos para alinearnos a los modelos de negocio de la nueva realidad. De acuerdo a una sondeo de Marco Agency, 8 de cada 10 mexicanos han cambiado la forma en que consume contenido digital, mientras que 7 de cada 10 ha realizado más compras online durante el confinamiento. Registrar estas tendencias y los datos arrojados bajo una nueva perspectiva beneficiará a más de una institución e individuo.
Sin duda, la contingencia sanitaria que estamos padeciendo aún no muestra sus mayores efectos y requerirá cooperación público-privada para dotar de nuevas capacidades a toda la sociedad, solo de esta manera podrá obtener los máximos beneficios posibles de lo que ya percibimos en ISDI como una nueva evolución digital.
*Estudio de CIU (último periodo 2019)
Para más información visita: www.isdi.education
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