Gracias al Internet, al flujo constante y sonante de información, de tests, de opiniones, de “estudios” de la universidad tal o cual, pensamos, un poco para bien y un poco para mal, que estamos llenos de certezas. Pocas veces algo se le escapa a eso que llamamos inocentemente “verdad”. Sin embargo, hay algo que siempre nos mantiene dubitativos, expectantes e inseguros: ¿qué es el amor?, ¿cómo sentirlo, expresarlo? Por suerte, muchos autores en el pasado ya se rompieron la cabeza por nosotros tratando de darnos por lo menos una idea medianamente clara sobre este conflictivo pero determinante sentimiento.
Orgullo y prejuicio, Jane Austen.
Orgullo y prejuicio fue una de esas novelas que en un inicio fue rechazada por sus agudas críticas a los hábitos, arquetipos y comportamientos de su presente, pero en el futuro se convertiría en una obra de alcance universal. Alejándose de las visiones generalizadas del amor en su tiempo, Austen cuestiona constantemente con gran ironía el papel pasivo, maniqueo y condescendiente que tiene la mujer en el contexto del matrimonio y las relaciones sentimentales, teñidas siempre de cursilería, ridículos y agotadores juegos de poder y, por supuesto, de un final feliz que sospechosamente huele a mentira. La actualidad de esta obra, más allá de la calidad literaria de Austen, se debe probablemente a que si describimos un noviazgo del siglo XIX, con todos su vicios y absurdos, tenga muchas semejanzas con uno del presente, como bien lo hizo Curtis Sittenfeld con una versión moderna de esta novela, Sin compromiso.
Lejos de ser solo una musa, Anaís Nin fue una provocadora, una autora que fue más allá de sus relaciones emocionales con escritores y artistas famosos, y convirtió su vida y acciones en un testimonio literario de enorme calidad. Sus Diarios amorosos, divididos en dos partes, Incesto y Fuego, relatan la vida de esta escritora a través de pasajes que en principio parecerían sórdidos –como el encuentro sexual consensuado con su padre–, pero que estructuran una visión visceral de las relaciones humanas y de las convicciones libertinas pero sinceras de Nin, al llevar su vida al extremo que sus letras siempre le exigieron.
El banquete o del amor, Platón.
Usualmente se piensa que las ideas evolucionan a la par de los avances tecnológicos, que el pasado ya no puede ofrecer nuevas perspectivas a los problemas del presente. Platón prevalece después de cientos de años, al contrario de esta idea, para seguir aportando con su pensamiento a temas que nunca perderán vigencia, como el amor. En el emblemático diálogo El banquete o del amor, Platón da voz a varios pensadores –todos dirigidos por Sócrates, maestro y protagonista principal en la obra de este filósofo griego–, quienes discuten sobre el amor, sobre las responsabilidades, derechos, errores y gestos que lo definen, y que irónicamente en muchos siguen presentes en nuestros días.
Los poetas son los emisarios de eso que es difícil de expresar para las mayorías, como el amor. Juan Gelman fue uno de los autores latinoamericanos con mayor prestigio de los últimos años, ya que su poesía le hablaba al lector común y al especializado, abordando lo complejo desde una visión cotidiana, como el simple encuentro de un hombre y una mujer, que “llenan la noche lenta con toda su memoria / una mujer y un hombre más bellos en el otro / ocupan su lugar en la tierra”. Si hay alguien que puede hablar de este tema, es un poeta como Gelman.
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