En otoño e invierno el clima provoca que no se nos antoje tomar agua ni otros líquidos fríos, sin embargo, en esta época también hay que cuidar estar bien hidratados.
¿Te ha pasado? Al final del día, te sientes cansado y disperso, te duele ligeramente la cabeza y piensas que tal vez te va a dar un resfriado, por el clima. Tienes razón, el frío puede tener que ver, pero no precisamente para enfermarte, si no para reducir tu deseo de beber y por lo tanto, causar deshidratación. Las bajas temperaturas provocan que el cuerpo envíe una mayor concentración de líquidos a la parte central del cuerpo, que a su vez causa deseo de orinar con mayor frecuencia. Otro factor que puede contribuir a la deshidratación es la combinación de ropa abrigada con cambios de temperatura y actividad, que provocan sudoración.
El cuerpo humano adulto está compuesto por un 60% de agua, que se encuentra sobre todo dentro de las células que forman cada uno de los órganos, tejidos, huesos y músculos que componen el organismo. Muchas de las funciones naturales del cuerpo ocasionan que perdamos agua, como ir al baño o sudar. Es importante reponerla a través de ingerir líquidos y alimentos que nos hidraten de forma adecuada. En la temporada de calor, la sudoración y el clima aumentan nuestra sensación de sed, que es una señal que nos da el organismo de que debemos hidratarnos. Pero en el frío, la sensación de sed puede atenuarse, por lo que debemos estar más atentos a beber suficientes líquidos.
Nuestro organismo necesita la misma cantidad de líquidos sin importar el clima. En general, el Instituto Nacional de Salud Pública de México recomienda que un adulto beba 1.5 a 2 litros o más si hace ejercicio intenso o está en un lugar caluroso, e ingiera de 500 a 700 ml extra de líquido en sus alimentos. De acuerdo con el Instituto de Bebidas para la Salud y el Bienestar de Coca-Cola, es recomendable que los niños ingieran, incluyendo lo que se consume en los alimentos y de acuerdo a su edad:
Mayores de un año – 1.5 litros
4 a 8 años – 1.6 a 2 litros
9 a 13 años – 2 a 2.7 litros
14 a 18 – 2.7 litros los hombres y 2.5 las mujeres
Si se tiene gripa o un resfriado
Respirar por la boca a causa de un resfriado puede resecar la garganta y aumentar la sensación de sed. Cuando se padece una infección viral como la gripa común, es posible sufrir deshidratación. Cuando es ligera, la deshidratación puede atenderse en casa. Sobre todo en niños y adultos mayores que están enfermos, es muy importante hidratarlos con frecuencia y llevarlos al hospital si se sospecha que tienen una deshidratación seria.
Para reponer los líquidos cuando se padece gripa, el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos recomiendan beber líquidos claros como agua, bebidas isotónicas o consomé. Los niños beben más si les gusta el sabor de su bebida, como jugos y aguas con sabor.
¿Cómo saber si un niño está deshidratado?
– Se puede observar el interior de la boca del pequeño, debe sentirse húmeda. Siempre hay que lavarse las manos antes y después de checar.
– Se puede observar el color de la orina del niño. Cuando es un tono amarillo oscuro, es necesario hidratarse mejor.
– En bebés, hay que revisar que mojen su pañal con la misma frecuencia y cantidad de siempre.
– Llora sin lágrimas.
Cuidar a los adultos en la tercera edad
Las personas mayores pueden deshidratarse fácilmente, por lo que es importante estar alerta sobre todo en el frío para mantenerlos abrigados, bien hidratados y prevenir resfriados que pueden tener graves consecuencias.
Los ancianos necesitan la misma cantidad de líquido que los adultos. Sin embargo, tienden a beber menos pues con la edad el cuerpo reduce su capacidad de detectar la sed. Además, hay algunas medicinas que interfieren con la hidratación o la sensación de sed. Según el Instituto de Bebidas para la Salud y el Bienestar, la deshidratación en personas de edad avanzada puede aumentar el riesgo de caídas, infecciones de vías urinarias y bronquiales, estreñimiento y una disminución de la capacidad cognitiva. Para lograr la buena hidratación, el Instituto recomienda:
– Animar a los adultos mayores a tomar líquidos a lo largo del día aunque no sientan sed.
– Mantener cerca de ellos bebidas de sabores que les agraden como jugos, aguas con sabor e infusiones.
– Prepararles alimentos con alto contenido de líquido, como sopas, caldos, infusiones, gelatinas y puré de frutas.