«Eres un flojo desordenado; tu cuarto siempre está sucio…»
¿Te suenan estas palabras? ¿Eres de los que piensan que es mejor una buena nalgada a tiempo para educarlos?
No es fácil educar sin violencia. De hecho, es mucho más fácil hacerlo con violencia, pero ¿sabías que los golpes y las descalificaciones dejan secuelas muy profundas en los niños?
Los terapeutas Luis Carlos Flores y Gaby González, aseguran que ser padres es un reto para el cual nadie está preparado, pero antes de ver el error en un niño, convendría vernos a nosotros mismos en un espejo.
“Nadie se prepara para ser padre, al menos no como lo hiciste en la escuela, en tu carrera o en tu trabajo. En la chamba, por ejemplo, si no das resultados te despiden, pero hasta ahorita no he sabido de un padre que haya sido despedido por sus hijos”, comenta al respecto Luis Carlos Flores, psicoterapeuta y coach de vida, creador de las 5 Maestrías de la Autorrealización.
El especialista advierte que muchos padres actúan por imitación.
“Porque probablemente así los criaron, como a la inmensa mayoría, por medio de golpes o castigos y cuando eso sucede, aprendemos de forma «inversa» que está bien pegar para controlar al niño, para que «aprenda”.
“Sin embargo, hoy está comprobado que educar con violencia es innecesario y puede dejar secuelas muy importantes en un niño. Por pequeña que parezca la agresión, aunque sea de palabra, te aseguro que para el niño en ese momento fue la mayor de las ofensas o heridas que pudiste provocarle”.
“Hay quienes dicen: yo no educo a mis hijos con violencia, pero unas nalgaditas no les hace daño Esta es una total incongruencia, porque así los llamen en diminutivo, un golpe es un golpe y violencia es violencia. «Educar» con miedo también es una contradicción de términos. Podemos «entrenar» con miedo. “Educar es otra cosa”.
Gaby González, con más de 15 años de experiencia impartiendo Escuela para Padres, afirma que la mejor manera de educar a un niño es con firmeza y amor.
“Pero no hay que confundir consentir con amar. Consentir muchas veces viene de la idea de que «quiero darte todo lo que siento que yo no tuve» y eso es un gran error.
“Muchas veces lo único que los niños necesitan es un sistema para poder ser más organizados y una paternidad consciente necesita mucha claridad, firmeza, fortaleza y congruencia. Requiere de estudio y sobre todo trabajo personal, de prepararnos como lo hicimos para nuestra carrera”.
En este punto, la psicoterapeuta sugiere que ahora que la mayoría de las madres también salen a trabajar, es necesario involucrar a los abuelos o las personas a cargo del niño en las decisiones y limites que formarán parte de su educación.
“Deben reunirse los adultos que están a su cargo para establecer acuerdos sobre límites y consecuencias, pero es bien importante que la abuela o el adulto a cargo participe y acate los acuerdos, para lograr el éxito esperado, de lo contrario sólo conseguiremos confundir más al menor.
Luis Carlos y Gaby González han creado la comunidad “Niños de ahora” para apoyar a los padres en esta difícil labor de educar a los hijos y hacer de ellos hombres o mujeres emprendedores y felices del mañana.
Su objetivo es acompañar a los padres en su propósito de guiar y educar hijos libres, sabios y realmente felices, sin más recursos que una actitud firme y amorosa.
“Claro que se puede educar sin violencia. Por supuesto no es fácil, pero tampoco lo fue hacer una carrera universitaria y sin embargo, ¿cuántos años le dedicamos a prepararnos para ser buenos profesionistas? Si le invertimos tantos años a prepararnos para salir al mundo y contribuir, ¿no crees que nuestros hijos necesitan que nos preparemos para ser buenos padres?”
Para lograrlo, los especialistas nos comparten 7 tips esenciales para detectar y corregir malas conductas de nuestros hijos sin lastimarlos.
1- Identifica la conducta. En el caso con el que se abrió este documento, la conducta inapropiada es «dejar sus cosas tiradas en su cuarto». Esto es lo que hace el niño.
2- Toma tu lugar de mamá/papá sin miedo. Sé firme y amorosa(o). Dirígete al niño con firmeza y serenidad. En este caso dirías: «Tu cuarto está desordenado. No puede estar así. Recógelo y límpialo.»
3- Protege. No es necesario castigar (quitar privilegios) ni herir (usar etiquetas denigrantes) para que adopte la conducta deseada.
4- Sé firme. El niño puede resistir tu autoridad. No quites el dedo del renglón. Es muy importante que haga el trabajo que le corresponde: «si ensucias, limpias.»
5- Consecuencias. la consecuencia nunca debe ser un castigo. En este caso, es natural que si no ha terminado de recoger su cuarto, no puede pasar a hacer otras actividades. Tira la culpa a la basura. Ser «buena(o)» con el niño y «dejarle pasar esta» agranda el problema.
6- Sé congruente. No podemos pedirle el mismo grado de responsabilidad a un niño de 5 años que a uno de 14. Tampoco es justo que le pidas algo que tú no haces. Lidera con tu ejemplo.
7- Retroalimenta. Una vez que el niño cumple su parte, reconócelo: «Veo que recogiste muy bien tu cuarto». No es algo que necesites agradecerle, no es un «favor» para ti.