El Alzheimer es una enfermedad crónica neurodegenerativa que produce deterioro cognitivo y trastornos conductuales. Este padecimiento, que al día de hoy no tiene cura, representa entre el 50 y 60% de las causas de demencia más frecuente en personas mayores de 65 años.
Con motivo del Día Mundial del Alzheimer, que se celebra el próximo 21 de septiembre, Jorge Mena, director general del centro de día para adultos mayores Vitalia Polanco, señala que si bien la presentación de la Enfermedad de Alzheimer es heterogénea, es decir, no se presenta en todas las personas de la misma manera, cinco síntomas de alerta para el correcto y oportuno diagnóstico de este padecimiento son:
- Fallas en la memoria: principalmente de hechos o eventos recientes, que se manifiesta con comentarios o preguntas repetitivas, pérdida de objetos, falla a citas. Se incrementa lentamente.
- Falta de ánimo: la depresión es un síntoma común en las fases iniciales de esta enfermedad y se manifiesta con pérdida del interés, falta de apetito, llanto fácil, cambios de humor.
- Desorientación: un síntoma que debemos considerar un foco rojo es que la persona pierda su ubicación en lugares conocidos, a veces, incluso en su propia casa.
- Cambios del comportamiento: si bien estos suelen ser manifestaciones de las fases intermedias de la enfermedad, en ocasiones se presentan desde el inicio. Incluyen cualquier cambio en el patrón de comportamiento con respecto a lo habitual. Dentro de estos puede haber falta de sueño, exceso de apetito, agresividad, celos excesivos, alucinaciones…
- Disminución en el olfato: es comúnmente el primer síntoma, suele pasar desapercibido por el enfermo y su familia. Es importante tenerlo en consideración.
La importancia de detectar la Enfermedad de Alzheimer en etapas precoces es que permite planear el futuro. La persona puede tomar decisiones con respecto a sus bienes y sus deseos de vida cuando sus capacidades mentales aún lo permiten. Por su parte, la familia puede plantearse cómo se apoyarán para el cuidado de su ser querido. Si bien el diagnóstico precoz no permite curar la enfermedad ni retrasar sus síntomas, sí permite luchar por mejorar la calidad de vida en los años por venir.