Los vehículos de conducción autónoma dominarán las calles del mundo en los próximos años; y la Alianza Renault-Nissan ya se encuentra evaluando los desafíos y beneficios de estas tecnologías, cuáles serán sus implicaciones en la sociedad y cómo contribuirán con el medio ambiente.
La industria automotriz ha desempeñado un trabajo fundamental en el desarrollo de vehículos de conducción autónoma. Por su parte, la Alianza Renault-Nissan, a inicios de año, anunció su plan de lanzar más de 10 de estos vehículos para el 2020.
En julio pasado, Nissan lanzó el nuevo Serena, el primer vehículo japonés con la tecnología de conducción autónoma ProPilot, la cual podrá utilizarse en condiciones de tráfico en un solo carril y en carreteras.
Aunque ya existen vehículos completamente autónomos, su uso se ha limitado a ambientes que pueden ser controlados rigurosamente, sin embargo se espera que en los próximos años su adopción sea muy veloz. De acuerdo con el proveedor global de servicios de información IHS, casi todos los vehículos serán autónomos después del año 2050.
Desde el punto de vista del cuidado ambiental, los vehículos de conducción autónoma contribuirán a reducir el consumo de energía. Éstos serán capaces de transitar uno junto a otro sin riesgo de sufrir accidentes, además de así reducir la resistencia del aire y a su vez el consumo de energía hasta en un 25 por ciento. La tecnología eco-driving también contribuirá a lo anterior pues incrementa la eficiencia de combustible.
Los vehículos de conducción autónoma también ofrecen a los conductores una forma diferente de ocupar su tiempo, pues les permite trabajar o relajarse mientras se dirigen a sus destinos. Esto podría incrementar el atractivo y uso de los vehículos.
Asimismo, la tecnología de conducción autónoma también podría impulsar la dinámica de vehículos compartidos, ya que un mismo auto puede dejar a una persona en un destino e inmediatamente recoger a otra en un punto distinto.