Por Tim Murphy
A medida que el mundo se hace más pequeño gracias a los avances de la tecnología, las oportunidades aumentan para las nuevas conexiones entre las personas, las culturas y las economías. La tecnología hace que viajar sea más fácil, además ofrece nuevas formas de interactuar los unos con los otros y de hacer transacciones.
En pocas palabras, la tecnología le ayuda a la gente a mejorar su vida.
Actualmente, y probablemente más que en cualquier otro momento de la historia, es necesario que las compañías actúen no solo para cumplir con sus objetivos comerciales, también para tener un impacto positivo en el mundo.
El principio de hacer el bien y hacerlo bien se aplica a toda persona u organización. Es un principio especialmente poderoso para los negocios y las empresas hoy en día. En un sentido comercial, se trata de la idea de que el sector privado es una fuerza para el crecimiento y para el bienestar social. Esto se convierte también, en una fortaleza para un buen negocio.
La mayoría de la gente conoce a Mastercard por su red de pagos y la capacidad de conectar fácilmente a compradores y vendedores de forma rápida y segura en más de 210 países y territorios. En consecuencia, tiene la capacidad y trabaja activamente para usar la tecnología para llevar a más personas a la corriente financiera y transformar la entrega de ayuda humanitaria.
Muchas personas no cuentan con acceso a servicios financieros para protegerse de los riesgos, invertir en su futuro y construirse una mejor vida. El tener las herramientas financieras básicas crea oportunidad y crecimiento económico, empoderamiento individual y digno, y puede ayudar a reducir la pobreza.
Ante esto, resulta imperativo que el gobierno y las empresas trabajen en conjunto para resolver los desafíos económicos. Ambos tendrán que hacer su parte. Los gobiernos crean las regulaciones que les permiten a los negocios operar y entregar productos y soluciones que tienen sentido para un mercado en particular y hacerlo a escala.
Mastercard se ha comprometido a llevar a 500 millones de personas al sistema financiero formal para 2020, y a conectar su red de pagos en los próximos cinco años a 40 millones de micro y pequeños comercios, donde la mayoría de las personas de bajos recursos compran a diario.
El ambiente operacional para las organizaciones humanitarias también ha cambiado drásticamente. Hay una demanda de asistencia cada vez mayor. Se enfrentan a costos en aumento para entregar ayuda en entornos peligrosos. Y lamentablemente, los presupuestos se contraen o son pocos.
Para hacer frente a estos desafíos, Mastercard ha venido trabajando en los últimos años con múltiples organizaciones para diseñar e implementar un sistema de vales digitales en una tarjeta con chip y así, distribuir la ayuda eficazmente, incluso sin una infraestructura de telecomunicaciones.
En menos de un año, Save the Children, World Vision, Mercy Corps y el Comité Internacional de Rescate han distribuido más de 15.000 tarjetas en Etiopía, Nepal, Filipinas, Yemen y otros países, para ayudar a más de 75.000 personas. Este esfuerzo, aunado a otros, el que hizo que Fortune nos reconociera como una de las 10 compañías que han tenido un impacto social positivo, a través de actividades que forman parte de sus principales estrategias comerciales. Por segundo año consecutivo, somos parte de la lista “Cambiar al Mundo”; esta vez en el puesto número 7 (del puesto 11 que ocupamos en 2015).
Hacer el bien no es algo que una compañía pueda simplemente entregarles a sus clientes de la misma manera que entrega sus productos. Debe ser una acción incorporada en sus objetivos y su cultura corporativa.
La prioridad en la inclusión y la aceptación de la diversidad en la organización deben estamparse en el tejido de las operaciones. Esto les permite a las compañías entender mejor a sus clientes y hace posible que los empleados se sientan más conectados con la organización.
Al final, los resultados se traducen en mejores insights, mejores decisiones y mejores productos. Mastercard garantiza activamente que los líderes de todos los niveles de la organización y todas las geografías comprendan los problemas y desafíos de mayor importancia a nivel global.
Todo esto requiere de un compromiso que vaya más allá de palabras en papel o en el planteamiento de una misión. Este enfoque de hacer negocios está arraigado en la cultura laboral y representa una parte importante de la estrategia corporativa. Hacerlo, es la única manera en la que se puede lograr el impacto correcto y garantizar el crecimiento a futuro.