La efervescencia incierta de Snapchat

La famosa aplicación de Snapchat cobra popularidad entre los jóvenes, pues se alinea a sus valores, gustos, modus vivendi e incluso su identidad

La famosa aplicación de Snapchat cobra popularidad entre los jóvenes, pues se alinea a sus valores, gustos, modus vivendi e incluso su identidad. Su fugacidad y capacidad de mandar mensajes divertidos instantáneos convierte una forma de comulación en un medio más de entretenimiento. Un estudio publicado por Harvard en 2015, reafirma el liderazgo de Facebook como la red social favorita de los Millennial de entre 18 y 29 años, con un 83% de usuarios. Snapchat (33% de usuarios)  lucha y alcanza con rapidez a sus competidoras directas como Instagram con 44% de usuarios.

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Sin embargo, ¿Es realmente fugaz el contenido y funcionalidad de esta app? ¿Los momentos que compartes a través de ella son personales?¿Realmente aseguran tu privacidad  con su “aparente” autodestrucción de mensajes en determinado tiempo? La misma empresa creciente como red social lo decretó en su portal oficial desde 2014: “Cuando das tus datos de identificación a una aplicación, estás permitiendo que cualquier desarrollador, incluso uno que sea un criminal, tenga acceso a tus datos y pueda enviar información como si fuera tú».

Siendo en ese mismo año protagonista de un escándalo, donde se publicaron miles de fotos enviadas por usuarios  de manera privada, violando su integridad, identidad e imagen pública. Snapsaved fue la aplicación no legar que permitió a ciberdelincuentes transgredir la privacidad de usuarios de esta famosa aplicación de mensajería instantánea, esto gracias a que el API fue hackeado.

Para entender mejor como funcionó el robo de fotografías de Snapchat hay que entender cómo funciona el API. Uno de sus objetivos principales es brindar ciertas funciones de uso general, es decir es la llave que abre la puerta de la aplicación y permite su uso; en sí una aplicación es la implementación de determinada API.

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A pesar de que las publicaciones de Snapchat tienen fecha de caducidad, quien haya hackeado el API puedo substraer todo tipo de datos disponibles en ese momento exacto. De cualquier modo es importante recordar que cualquier dato o contenido que se suba a red es de dominio público para quien sepa encontrar la “llave y la puerta”, ya que el uso de aplicaciones y plataformas nos conectan a miles de servidores al día y cualquier elemento que pase por ahí se queda almacenado.

Mariel Cuervo, fundadora de la iniciativa “Para Un Internet Seguro”, afirma que sí es preocupante la efervescencia incierta de Snapchat, sin embargo hay otras consecuencias negativas a las cuales podemos estar susceptibles gracias a la forma de operar de esta app:

  • Indicios de tu día a día: Si eres fanático de publicar cada paso que das en Snap, también documentas tiempos, ubicaciones y dinámica cotidiana. No sabes a ciencia cierta quien puede hacer mal uso de esa información.
  • Abriendo puertas a extorsionadores: La sextorsión es una práctica que ha ido en aumento y que aplicaciones como esta han alimentado, pues la supuesta idea de privacidad da “seguridad” de compartir fotos que no se atreverían a enviar a cualquiera.
  • Cómplice o víctima de ciberbullying: Volvemos de nuevo a la seguridad que la fugacidad de Snapchat brinda a ciberdelincuentes, creyendo ingenuamente que toda evidencia de violencia será eliminada por completo después de 24 horas.

Snapchat no es la primera y ni la última aplicación donde puede peligrar nuestra identidad, esto pasa en cualquier plataforma donde compartimos lo más íntimo de nuestra vida; si nuestros secretos peligran en odios de amistades parlanchinas, Internet no es el mejor aliado en quien confiar. Con esto no se quiere quitar crédito a los avances tecnológicos ni aterrorizar a los nativos digitales; al contrario es importante difundir una cultura de navegación sana y disfrutar de comunicación y entretenimiento fusionado, siempre informados de la contra parte negativa a la cual puedes enfrentarte, con el fin de saber cómo actuar ante un conflicto.

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