Adolescentes y adultos jóvenes que expresan arte a través de su cuerpo transformando los “altos de las calles” en escenarios ambulantes.
A diferencia de otros artistas urbanos, el motor de los Nomadarts es hacer lo que más disfrutan: malabarear. No se apropian de esta actividad como su trabajo ni tampoco la consideran su principal fuente de ingreso, sólo toman la calle como un foro para expresarse.
Durante años se ha relacionado a los artistas urbanos con vagos o adictos, discriminados por la sociedad a tal grado que es un estereotipo que acompaña a cualquier persona que realiza un performance en la calle.
Los Nomadarts pretenden demostrar que esta práctica está totalmente alejada de las drogas, adicciones o delincuencia; y que por el contrario, es un talento que debe valorarse. Cada show es la oportunidad para romper esos prejuicios sociales y cambiar la discriminación por la profesionalización u oficialización de una habilidad artística.
El reconocimiento que los espectadores les otorgan, los hace sentir únicos y especiales, perfeccionar habilidades que, aunque todo el mundo tiene, no todos desarrollan. Se convierte en un segundo statement de vida que los ayuda a diferenciarse del resto de sus peers: son pocos los que dominan el malabarismo y menos los que se avientan a hacerlo en público.
Los Nomadarts recuperan momentos slow que han perdido relevancia y han dejado de ser atractivos en un mundo fast, regido por la inmediatez. El malabarismo requiere de tiempo, constancia y paciencia: nada de esto sale a la primera. Es una habilidad que se perfecciona, pero nunca termina de aprenderse.
Esta microtendencia le recuerda a las marcas que las nuevas generaciones son consumidores proactivos. Tal como los Nomadarts, buscan espacios que transforman en escenarios, los consumidores buscan productos que se transformen en otra cosa.
Más allá de necesidades funcionales y racionales, las nuevas generaciones exigen que sus marcas sean también una válvula de escape, una oportunidad de expresión de gustos e intereses. Como marca, déjate sorprender por los usos que tu consumidor le puede dar a tu producto ¡reconoce su creatividad!
La gratuidad mueve más y más al consumidor a expresarse y a crear por el simple placer de hacerlo. Las marcas pueden convertirse en un fin en sí mismas. ¡Que compren tu producto solamente porque sí!