El inicio de un año nuevo lleva consigo un sentimiento de plenitud y optimismo. Diciembre es el mejor mes para plantearse un cambio de hábitos, pero sobre todo de metas, ya que representa un cierre, pero a la vez un comienzo.
Para conmemorar esta bella analogía de terminación de ciclos, los mexicanos estamos abrigados de varias tradiciones. Una de ellas es el típico calzón, cuyo color nos dará el empujoncito para lo que deseamos el año entrante, ya sea amor, dinero o salud.
Otra es comer 12 uvas a medianoche, pues cada una representa un mes del año y, por ende, alude a un propósito o deseo por cumplir. Es una forma de “obligarnos” a alcanzar las metas que deseamos. Sin embargo, lo curioso es que estos objetivos rara vez se cumplen. En algunas ocasiones las metas se logran a medias, y en el peor de los casos, los propósitos se vuelven la “letra de una canción” que se repite año con año.
Esto ocurre en parte porque los propósitos planteados son sueños, metas irreales, ambiguas o porque no hay una continuidad que asegure el progreso y realización de esos proyectos. De acuerdo con el estudio de Navidad, que realiza Kantar TNS, este 2017 hubo 10 propósitos que según los mexicanos –ahora sí- van a cumplir.