El desarrollo holístico se basa en la doctrina que el “todo” puede explicarse a través de la relación de cada una de las partes que le componen; yendo más allá sobre la idea tradicional que sólo se explica a través de la suma de éstas.
Desde dicha perspectiva, el desarrollo del ser humano puede comprenderse por las relaciones establecidas entre cada una de las esferas con las que interactúa. En el caso particular de los niños, su crecimiento abarca los ámbitos cognitivo, social, cultural, físico, emocional y espiritual. Por tanto, es importante dotarlos de técnicas y acciones que les permitan elevar sus probabilidades de alcanzar el máximo bienestar desde los entornos mencionados.
Lo anterior cobra aún más relevancia al llegar los periodos vacacionales o previos al regreso a clases, en donde las actividades de los niños suelen ser más intensas. Visto desde el enfoque que propone el desarrollo holístico, éstas no sólo deben promoverse para su salud física, sino para también impulsar un desarrollo enriquecedor. Así, en el corto y mediano plazo, esto se transforma en una base reflejada en confianza y seguridad, por parte del menor, frente a los problemas cognoscitivos, emocionales y de comportamiento, que pudieran incidir en la convivencia que establece con su realidad y durante sus procesos de educación.
Patricia Kuhl, Co-directora del Instituto para el Aprendizaje y Ciencias del Cerebro de la Universidad de Washington, sostiene que, durante los primeros años, el cerebro del infante cuenta con una particularidad: la capacidad de generar miles de múltiples conexiones (sinapsis), que participan activamente en la formación de conocimiento de manera natural, sin presiones, calificaciones, ni etiquetas. Y lo más poderoso: sin distinguir un idioma en particular para realizar dicho proceso.
“El acercamiento a un segundo idioma no tiene por qué ocasionar miedo y rechazo en los menores. Menos aún si se fomenta de forma natural, a la par del idioma materno, con actividades y socialización propia de estos años. Así, la relación del menor con el mundo no sólo se enriquece con un segundo o tercer idioma, sino que le genera confianza y seguridad para los años posteriores en que lo practique en un sistema escolarizado”, sostiene Manuel Giménez, Director de Mercadotecnia del programa Learning Time with Shaun & Timmy.
Con el objetivo de favorecer esta valiosa etapa en niños mexicanos de entre dos y seis años de edad, el British Council cuenta con el Centro Learning Time with Shaun & Timmy. El programa, resultado de la colaboración con Aardman Animations, se enfoca en crear un ambiente agradable y seguro para los infantes, pues por medio de historias y aventuras de personajes como la oveja Shaun, el cordero del rebaño Timmy, y sus amigos, se les expone al idioma inglés. Todo ello de la mano de profesores con estudios especializados para el trato con niños y certificados por el British Council.
“Lo más importante es resaltar que cada niño es único y tiene sus propios tiempos para expresarse y acercarse a un nuevo lenguaje. Si todo este proceso lo favorecemos en un ambiente diseñado a su tamaño y con altos estándares de calidad, entonces la palabra ‘aprender’ será sinónimo de juego y disfrute”, asegura Giménez.