Para la mayoría de las familias mexicanas el ahorro para su retiro podría resultar un lujo, el 10% más pobre concentra sólo 1.9% del ingreso total nacional de los hogares, en contraste con el 20% más rico en términos de ingreso que concentra 50.1% de este total. Aun así, la clase media de nuestro país, cuyos ingresos oscilan entre 13 mil y 98 mil pesos, destina más del 50% de sus ingresos en cuidados personales, calzado, vestido, educación, cultura y recreación. No ahorran. Para estas familias, su economía es altamente vulnerable ante cambios laborales y económicos inesperados.
El reciente estudio del INEGI, sobre la clase media en México, señala que este segmento de la población creció 4 puntos porcentuales entre 2000 (38.4% de los hogares, 35.2% de la población) y 2010 (42.4% de los hogares, 39.2% de la población); un crecimiento bastante discreto considerando que, según el Banco Mundial, en 1992 este segmento representaba únicamente el 24.9% de los hogares mexicanos.
Aunque la clase media de nuestro país no es mayoría, existe la posibilidad de que en las próximas décadas se convierta en gran motor económico como sucedió en los países desarrollados, principalmente por su poder de consumo.
Según algunos autores, la clase media se puede definir como “el conjunto de estratos diferenciados con características comunes, esencialmente culturales, de actitud y de patrones de consumo, que valora el estatus que ha construido y tiene expectativas de crecimiento”. Llama la atención de esta definición, las piezas que la componen pues la única fórmula para mantener el estatus logrado y mejorar el nivel de vida de las personas es a través del ahorro constante y no a través del consumo o el crédito.
El éxito de las finanzas personales se logra ejerciendo el gasto con calidad y responsabilidad. Aquí es donde radica la importancia de promover y adoptar una verdadera cultura hacia el ahorro y previsión, sobre todo para el retiro, con el único fin de construir un patrimonio sólido y proteger nuestro futuro. Esto permitirá que cada integrante de familia viva mejor y que incluso pueda llegar a la vejez con plenitud.
Una mejor educación, un mejor trabajo, una mejor casa, un mejor auto, un mejor ingreso y un mejor nivel de vida en general, requieren complementarse con un mejor conocimiento financiero y con el uso de productos de ahorro, crédito y protección manejados por instituciones financieras formales teniendo siempre en cuenta que el ahorro constante es la clave para crecer sostenidamente y mantener el nivel de vida en el futuro.
¿Cuánto ahorrar? El nivel de ahorro ideal debería ser entre 14 y 16% de los ingresos mensuales de una persona que, para que produzcan mejores rendimientos, deberían ser invertidos en instrumentos de largo plazo manejados por instituciones financieras expertas en el tema.
Si eres empleado cotizante al IMSS, tu ahorro para el retiro (denominado Afore) aporta para tu pensión únicamente el 6.5% de tu sueldo, porcentaje que está muy lejos del 14% o 16% de ahorro ideal para tener una pensión adecuada. Y de ese porcentaje, tú sólo contribuyes con el 1.125%. Para ponerlo en contexto, con este nivel de ahorro, al final de tu vida laboral solo obtendrás una pensión equivalente a 33% de tu último sueldo. Ahorrar 6.5% de tu sueldo es un nivel muy bajo para conseguir una pensión mayor.
¿Quieres iniciar o mejorar tu nivel de ahorro? Acércate a tu Afore. Si no cuentas con ella, acércate a una o acude con expertos financieros. Asesórate, tomar decisiones informadas también es importante. El mercado tiene múltiples opciones dependiendo de tu perfil. Seamos responsables de nuestras finanzas y de la generación de nuestro patrimonio para llegar a una vejez con garantía plena y seguridad de vivirla al máximo. ¿Cómo quieres vivir cuando seas viejo? Tú tienes la decisión final.