La formación universitaria en México, en unos cuantos días, protagonizará múltiples e intensos debates. El motivo: el 15 de julio, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la institución más importante del sistema público de educación superior, publicará los resultados del segundo examen de admisión que realiza en el año.
Estas discusiones, por las circunstancias que han ocurrido en los últimos años, difícilmente tendrán un matiz positivo. De hecho, es muy probable que se concentren en un aspecto preocupante: la gran cantidad de jóvenes mexicanos que no consiguen un lugar en las aulas de la UNAM. En el primer examen de ingreso de 2017, de un total de 144,061 aspirantes, sólo 12,472 obtuvieron un sitio, es decir, más de 131,500 personas fueron rechazadas. Para la segunda prueba, la expectativa es que la situación no sea diferente.
Más allá de las polémicas que siempre generan los exámenes de admisión de la UNAM, un joven sin acceso a la educación universitaria –como lo señalan distintos estudios– es un factor que tiene implicaciones sociales contundentes. Es un hecho que trasciende el campus e impacta en el bienestar y el desarrollo de una comunidad.
- Un mexicano con formación universitaria, en comparación con uno que carece de ella, obtiene ingresos 50% más altos.
- En México, entre 4 y 5 años de educación superior pueden aumentar las remuneraciones en más de 52%.
- Sin un grado universitario, la movilidad social se ve comprometida. Datos de la AMAI señalan que el 71% de la población mexicana en edad universitaria pertenece a los segmentos C y D; sin embargo, en el sistema de educación superior, estos grupos apenas representan el 22%.
- Entre los países miembro de la OCDE, los adultos con estudios universitarios registran una tasa de desempleo del 5%, al tiempo que el índice de desocupación de las personas sin formación de nivel superior se ubica en 13%.
- Investigaciones de la OCDE también indican que las personas con educación universitaria tienden a la buena salud, el voluntariado, la participación ciudadana y la empatía con todos los grupos sociales de su entorno.
Dado este contexto, en donde la UNAM sólo admite al 8.6% de los aspirantes (un rango similar al que se registra en otras entidades públicas de prestigio, como el Instituto Politécnico Nacional y la Universidad Autónoma Metropolitana), la búsqueda de alternativas es una tarea obligada.