Mujeres independientes y el mito del «miedo» masculino

Es común escuchar a muchas mujeres quejarse acerca de que “no hay hombres” y de que ellos “les tienen miedo”

Es común escuchar a muchas mujeres quejarse acerca de que “no hay hombres” y de que ellos “les tienen miedo”.  Ni una cosa ni la otra: es probable que el exceso de determinación se esté trasladando al vínculo y sea esa la causa de que ellos tomen distancia.

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A la mayoría de los varones de nuestros tiempos les agrada que la mujer sea segura de sí misma y tenga en claro qué quiere y hacia donde va. Consultados acerca de cómo ven a las mujeres con estas características responden cosas como estas:

“Valoro que ella tenga capacidad de sorprender, pero sobre todo que sea libre, que sepa lo que quiere, lo que busca y lo que necesita”

“No quiero «mi otra mitad»; quiero una mujer completa de la cual me sienta orgulloso”

“El deseo y la dependencia se llevan mal; la dependencia genera incondicionalidad y no deja espacio para la imaginación ni para la creatividad”

Pese a que los hombres valoran a las mujeres con autodeterminación, muchas manifiestan que se encuentran solas sin ser esa su elección y no les resulta sencillo encontrar o mantener una pareja.

Hay algunas conductas vinculares que pueden alejar a los hombres y aquí les contamos cómo evitarlas:

  • Ser independiente no significa ser autoritaria. Que se tenga determinación no significa que se deba tomar las decisiones de manera unilateral.
  • La forma es tan importante como el fondo. Que se sepa lo que se quiere no implica que haya que decirlo de manera imperativa.  Es importante que la comunicación sea amorosa. Ser asertiva no implica ser agresiva.
  • La armonía se basa en los consensos. Las mujeres exitosas en lo profesional suelen desarrollar herramientas de supervivencia para un mundo de hombres: tomar decisiones trascendentes, dirigir equipos y dar órdenes. Trasladar esas actitudes a un vínculo sentimental puede ser muy peligroso.
  • En una pareja, la vida se camina de a dos. Cuando uno a busca un compañero de vida lo hace para compartir no para competir. No hace falta estar demostrando todo el tiempo lo que una puede hacer, lo que una puede ganar o lo inteligente que una es.
  • Tomar la iniciativa no significa anular al compañero. Como en un juego de ajedrez, hay que  dejar que el otro también mueva. Es bueno recordar que el desafío puede erotizar pero en su justa medida. Vivir dando indicaciones neutraliza y puede provocar resentimiento.
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